
El TEA no es una enfermedad específica, ya que no tiene una etiología (causa) única; por esto, se considera como un síndrome configurado por varios síntomas y signos determinados. En el DSM- 5, que es el manual más utilizado, se denomina como TEA aquellos niños que presentan alteraciones en la comunicación e interacción social además de patrones repetitivos y restrictivos del comportamiento. En cambio se habla de una enfermedad cuando se conoce una causa o etiología claramente descrita. Por lo anterior, el TEA se considera un síndrome.
El hecho de referirnos al TEA como enfermedad, permite catalogarlo o estigmatizarlo como malo, dañino y transitorio, lo que genera una estigmatización de esta. Cuando lo que deberíamos hacer es concientizar, informar y aceptar la diversidad que el TEA nos entrega. Este último pensamiento, permite facilitar su aceptación y visibilización social. Por lo tanto, es tiempo de dejar los estigmas de lado y entender al TEA como un síndrome, que entrega una variedad de casos diversos con posibilidad de encontrar un lugar y espacio en el día a día.